miércoles, 13 de abril de 2011

Depende/x



Ya lo decía don Jarabe de Palo, según como se mire todo depende… o… cómo se mira todo, cuando uno es pendex.

De pendex, cuando creía que los amores imposibles y a la distancia eran lo más exótico… hablar por teléfono horas, mandar mails, fotos, canciones, ahorrar para ir de visita o esperar por la visita del extranjero de territorio… extranjero de espacio cercano… ese que no entiende un: “donde topa” o que se ríe de escucharte decir “Cuchiío” “Gaieta” “caiaaaate paiaaaso”

De pendex, cuando lo groso, la onda, lo copado… es la que va! Cuando tenía un montón de amigas y amigos que venían a mi cumpleaños y un montón más que me encontraba en la puerta del boliche, donde obviamente no me dejaban entrar, por tener 17 y un documento notablemente trucho.

De pendex, cuando pasaba las horas escuchando La Bersuit, planificando un campamento en la montaña, tomando melón con vino de caja y emborrachándome con las amigas, soñando con ser una actriz famosa, una modelo de baja estatura, una escribana, una madre con un llavero grandote. Porque a esa edad… todos los sueños son posibles y la valentía el estandarte dada la completa ausencia de miedo.

Tenía anteojos, pero los guardé muy bien todos esos años. Usaba unas toppers blancas! Igual que Seba, Romi, Pauli, Gusti, Cristian y el otro Seba. Y trataba de hacer algo distinto con mi pelo, con mi ropa o con mi actitud como para pertenecer al grupo, pero distinguirme, siendo en mis tiempos de adolescente, puramente adolecente.
En esa época descubrí el celular y los mensajes de texto. Y me encantaba que el chico que me gustaba, llenara mi correo. Veía: Son amores. Y por tanto todo era: Coquis, Gaaato! y otras miles más...

A mis 18. Hice una fiesta de disfraces y me vestí de Barby. Me volqué el Fernet en mi vestido rosado y odié esa bebida hasta el año pasado. Cuando en una pequeña, linda y profunda reunión, me di cuenta lo lindo de tomar un trago entre amigos.
Cantaba en el coro de la iglesia. Quería ser catequista. Conocí la magia del sexo (y con amor) y me olvidé de todo lo demás. Me fui de la secundaria con un trapo firmado por 36 compañeros de curso y con 10 amigos. Hoy son 3.

¡Qué hermosa época! Cómo enamora… no? Cómo atrapa ser así de libre… así de simple…
Qué hermoso fue poder vivirla intensamente, contarla, recordarla con tanto amor, sin haber tenido que cambiar por nadie, ni madurar por nada más que el inevitable paso del tiempo…

Y no es que me sienta mal por la edad… es que ésta etapa tiene otras cosas, otras sensaciones, otras historias, otros proyectos.

Y no es que no sea feliz con tu juventud, si es en tus ojos donde me miro.

Y no es que yo sea una vieja… ni que vos seas un pendejo…

ES QUE este es tu momento de tener 18 (casi 19) hermosos años. Y el mío… de tener 24 (casi 25) hermosos años.

(suspiro…)

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