domingo, 29 de mayo de 2011

Qué suerte, me robaron el auto!













Me había afianzado en el poder que te otorga lo material. En la grandeza que te confiere el hecho de poder decir: tengo 24 años y ya cuento con un titulo universitario, un auto, el 90% de la ropa que quiero en mi ropero, un celular touch, la cuota del gimnasio paga… y la dignidad de un trabajo que me hace sublime frente a cualquier cosa de la vida. Los amigos de siempre y la vida en su perfecto, derecho, estructurado camino.

Entonces… un día… un alma que caminaba despistada por el mundo, estiró el brazo, se arremangó para ver la hora y en el impulso rozó, casualmente… la estantería
y en el piso, todas las partes lucen exactamente iguales. Sin distinción de qué o cuál era de característca transitoria o permanente.

Resplandor. Brillo que ciega. Bronca. Llanto. Tristeza. Comprensión.

Me había aferrado a un aparato, a un montón de fierros que me llevaban a donde quería ir pero, fíjense qué curioso… no me aferré al echo de saber que tengo dónde ir! Que puedo conducir!

Me preocupé porque ese auto era de mis abuelos, y lloraba mientras lo veía quemado, chocado, casi irreconocible… y no me fijé que aún tengo a mis abuelos!

Que suerte! Me robaron el auto! Y empezé a valorarlo todo.

Qué suerte! Tengo más amigos de los que había contado, gente que se conmueve por mi “desgracia”

Qué va a ser una desgracia..? si cuento toda la gracia que me dio conocer las personas que conocí por no tener auto, por andar en taxi, por volver al colectivo donde lo que abunda es la gente que valora la vida. La gracia de salir con una amiga en un Torino, que se nos pinche una goma, reirme, reirme, reirme y verla reir!

Qué suerte la mía! Volver a la magia de caminar, con los auriculares puestos, y sacar fotos, y volver a empezar cuando recién estaba empezando.

Qué suerte, me di cuenta, antes de que fuera muy tarde que no tenía nada porque parecía tenerlo todo y lo mucho que brilla la vida sin nada, con todo lo que necesito: libertad, amor, mi risa, un poco de ingenio y las personas que sigue trayendo el camino.

No hay desgracias con suerte. Simplemente hay suerte, de estar vivos y vivir las cosas que tiene la vida, que no siempre son buenas, bonitas o baratas.

sábado, 28 de mayo de 2011

De qué voy a hablar?












Ya asumí que un día me voy a morir.
Ya sé que a nadie le importa realmente nada y que a todos, lo real nos despreocupa bastante.
Ya no me importa de qué marca son los jeans que tengo puestos, ni las veces que me llamen mis amigas en la semana; si tengo raíces; si la gente habla a mis espaldas.

Ya asumí que los gatos son malhumorados y se acercan por interés.
No me importa tener panza, ni mi cicatriz en la cabeza.
No me importa parece mala a veces, porque a veces lo soy.
Ya se que todo me aburre, salvo lo que no es posible. Salvo el desafío; el corto plazo. Salvo una o dos cosas en la vida.

Ya asumí que tengo la cara redonda. La cabeza retorcida y las alas mal cocidas. Que la nada, solo puede traer mas… nada! Y que un “ya va a pasar… “ significa que estás mas jodido de lo que imaginas.

Pero hay algo que no puedo entender… hay algo… que no puedo entender!!! Y eso es… esta sensación... que no se va… que no se cura con pervinox, ni con previas de fernet, ni con terapia, ni con café… y que da resultado a esta bitácora…

Me baño, mis manos intentan borrarte. Nada alcanza. Aunque no me hayas tocado más que con la mirada. Mientras trato duramente, inútilmente… de borrarte… me hago de recuerdos infinitos.

Me pongo crema. Me peino. Me visto, con algo que me quede bien. Me pruebo todo. Convino lo viejo con lo nuevo, lo clásico con lo fashion.

Ahora me pinto. Lavo mis dientes. Mientras imagino, a cada paso que estás conduciendo hasta mí. Ya casi es la hora! Y estoy ansiosa, lo puedo notar! El vendrá por mí y yo estoy lista.

Me pongo ESE perfume. Me como un chicle. Ya casi… ya casi es la hora!

Suena el timbre. Levanto el portero con mi mejor sonrisa. Me siento una princesa del nuevo siglo. Y espero, mientras camino hacia la puerta, encontrarme con tu mirada… y que no digas nada… solo tus ojos, intimidantes… metiéndose… hurgando… en lo poco que queda oculto de mí…

Llegaste… y te hablo… te miro… te agarro la mano… caminamos… nos reimos…

Y en un momento, veo la realidad… No sos vos…

NO SOS VOS!

Me pongo triste. Agacho la cabeza. Me quedo callada. Me duele la panza. Ya no quiero salir.

(Y ahora sí, el timbre suena…)

Me buscan, me llevan, me complacen, me traen. Pero yo sigo acá, o allá, con vos.